miércoles, 27 de mayo de 2015

Ojalá me equivoque, me encantaría equivocarme, porque a mi se me duele Carboneras. Decencia, educación e ilusión hay que pedirle a la política





Me siento en El Santero a desayunar una de mis medias-lunas favoritas. Escucho en la mesa de al lado como una madre le cuenta a otra con su café con leche en la mano, después de dejar a su hijo en el Simón Fuentes, que su pequeño el lunes se puso a llorar porque no había ganado su maestro José Luis. Y se lo cuenta con la voz quebrada porque dice que no se merece que no haya alcanzado la mayoría absoluta por los pelos, con lo apañao que es. Giro la cabeza, y otras no paran de hablar de quien será el alcalde, porque aún no está nada decidido. Las cuentas son 6-5-2. No hay más.

Y es que la gente no es tonta, pero aún tiene miedo. Lo dicen en voz baja. Allá cada uno con su etiqueta. Los carboneros querían cambio, era importante seducir a los que estaban hartos con una acción de gobierno eficaz y honrada. Habría errores, pero no despilfarro y fiesta.

Pero hay que esperar preparándonos para el gran concierto del año de Camela y a la procesión de San Antonio, la decisión del Partido Popular, y qué les dicen desde Almería, donde Luis Rogelio Rodríguez Comendador y Gabriel Amat echarán un pulso y no sé hasta que punto estarán dispuestos a desgastarse teniendo que adoptar más medidas impopulares para Carboneras hasta deteriorar aún más la imagen del PP carbonero y pasarse los consejos de Rajoy por el forro.

Muchas marejadas hay en las aguas del PP bajo la aparente calma en superficie. Larga debe ser la procesión cuando más de uno sin pelos en la lengua a puesto el grito en el cielo porque están decepcionados, desengañados y frustrados. El golpe recibido, según uno de mis mejores amigos, fieles a este partido desde que se empezó a gestar en Carboneras es de una contundencia innegable para cualquiera con un mínimo de honestidad.

No son palabras al viento. La lista de desencuentros y peleas acumulada a lo largo de los cuatro años con GICAR hasta llegar a la perdida de poder más intensa y extensa que se ha producido en muchos años en el pueblo, no convence ya al aparato del partido.
Que su matrimonio ha sido una auténtica tortura era un secreto a voces. Al pan, pan, y al vino, vino. Pero hay muchos matrimonios que están rotos y siguen durmiendo cada uno en una cama. 

Lo que hicieron PP-GICAR es sobradamente conocido, lo han ensayado durante toda la legislatura, pero la prueba del algodón es otra, ¿nos duele Carboneras si o no?.

Frente al no ha pasado nada, la reflexión serena sobre cuál debe ser el papel de cada uno en adelante y si es mejor echarse a un lado. Se deben mirar en el espejo Salvador, Pascual, José, Mercedes… y preguntarse si lo mejor para los carboneros, para el PP y para ellos mismos es seguir dando su apoyo a Felipe y Salvador, a no ser que ellos quieran participar de ese run run que hay en el pueblo “por el interés te quiero Andrés”, como dicen el refranero español, y no sean mal pensados.

Aquí la única que pierde es Carboneras. Ojalá me equivoque. Y me encantaría equivocarme, porque eso sería que mis hijos y mis nietos tendrán un futuro con más trabajo, con menos impuestos, con más ayudas sociales, con un plan de rescate al ciudadano, con más deporte, con más cultura, con impulso al turismo, con reconocimiento en las instituciones y administraciones provinciales y andaluzas, con más educación, con planes de igualdad, con proyectos para el puerto, para industrias sostenibles... 

La política no puede ni debe convertirse en un triste juego de trileros porque la educación, la decencia y la humildad está por encima de todo. Es eso lo que tenemos que exigirles a los políticos. Esta si es la línea roja que todos deberíamos empezar a cruzar si queremos cambiar el panorama carbonero, andaluz y español. Todos a trabajar por Carboneras y menos venganza, odios, e intereses oscuros.