miércoles, 19 de julio de 2017

Angelitos negros en Carboneras. Todos tenemos una chacha y un chacho que nos cuida. Toda una vida, todo queda en casa. Miren a su metro cuadrado






Me tomo una horchata en una calle Sorbas abarrotada de sillas y me leo el último número de actualidad Almanzora. Y me acuerdo de la canción de Antonio Machín, angelitos negros. Me asusta pensar en el miedo, en el respeto, en el rencor, en las fobias, en las manías, en los superpoderes que puede tener un hombre que dejó ya el Ayuntamiento hace 6 años. Pero es más, siento cierto estupor e incertidumbre en pensar que se les puede pasar por la cabeza a los jueces cuando lean: "Me han condenado sin una sola prueba" o las explicaciones que no se las cree ni él que hace de un proceso que el concluye que "detrás del concejal Amérigo está el tito". Obsesión.
El tito tiene la culpa de que las calles de Carboneras estén más descuidadas que nunca. El tito tiene la culpa de que hayan derribado el Simón Fuentes dejando un hueco allí que se puede convertir en un nido de ratas, si antes no han llevado a cabo un proyecto como Dios manda. El tito tiene la culpa que haya auténticos vertederos en Carboneras. El tito tiene la culpa que no tengan ni imaginación para buscar alternativas al turismo y que todos los que pasen por los Muertos puedan tener en Carboneras un lugar de vacaciones. El tito tiene la culpa que los caterings lleven siempre el mismo sello. El tito tiene la culpa que no hayan puesto ni un proyecto en marcha para crear puestos de trabajo para la gente joven. El tito tiene la culpa de sus inoperancias e incapacidades para gestionar y no sonrojar a las Administraciones provinciales y andaluzas. Pues no señores, el tito ya no está. Los únicos problemas son ustedes que podrían dar con el ejemplo lo que tanto criticaban y que son incapaces de cumplir porque el mal ambiente que hay entre el Clan queda más que patente en sus actuaciones. Lástima con lo bien que podrían hacer su camino sin tener que pensar en un tito. Todos tenemos una chacha o un chacho que mira por nosotros. Miren a su metro cuadrado y ya lo descubrirán.