miércoles, 12 de agosto de 2015

El mero viejo te devora de tranquilidad, te obsequia con el silencio y te sacia de salitre y azul. Bucear en la Isla, un lujo de cinco estrellas






Bucear en la Isla es un auténtico placer para los cinco sentidos. Esta mañana me pegué un chapuzón, bendito Mediterráneo. La ballena te devora de tranquilidad, te obsequia con el silencio, te sacia y te emborracha de salitre y de azul. La isla de San Andrés, monumento natural, es una pequeña isla rocosa, con forma de ballena, con una extensión de 1'5 hectáreas, es un grupo de dos islotes ("la isla grande" y "la isla pequeña") que se encuentra frente al municipio de Carboneras a 400 metros de la Playa de la Puntica. Su origen volcánico le da un carácter agreste, tanto en la superficie como en el fondo marino, donde se observan los restos de un pequeño cráter volcánico, y numerosas grietas y cuevas que albergan a una importante fauna marina, como los meros, castañuelas, doncellas, tordos, sargos, mojarras, obladas y espetones. Es un estupendo lugar para la práctica del buceo.


Su cercanía a la costa y su baja altura permite el asentamiento de nidos, y su aislamiento la convierte en un comedero tranquilo para gaviotas, charranes y golondrinas de mar. Estando rodeada de una considerable pradera de alga vidriera que le da un tono negruzco a sus limpias y claras aguas.

El origen volcánico de la Isla de San Andres le da un carácter agreste, tanto en la superficie como en el fondo marino, donde se observan los restos de un pequeño cráter volcánico, y numerosas grietas y cuevas que albergan a una importante fauna marina, como los meros, castañuelas, doncellas, morenas, tordos, sargos, dobladas, pulpos y espetones. 






El viento es un caballo: 
óyelo cómo corre 
por el mar, por el cielo. 

Quiere llevarme: escucha 
cómo recorre el mundo 
para llevarme lejos. 

Escóndeme en tus brazos 
por esta noche sola, 
mientras la lluvia rompe 
contra el mar y la tierra 
su boca innumerable. 

Escucha como el viento 
me llama galopando 
para llevarme lejos. 

Con tu frente en mi frente, 
con tu boca en mi boca, 
atados nuestros cuerpos 
al amor que nos quema, 
deja que el viento pase 
sin que pueda llevarme. 

Deja que el viento corra 
coronado de espuma, 
que me llame y me busque 
galopando en la sombra, 
mientras yo, sumergido 
bajo tus grandes ojos, 
por esta noche sola 
descansaré, amor mío.


(Pablo Neruda)


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