domingo, 18 de diciembre de 2016

No me gusta que me mientan: los que aniquilan los sueños del Simón Fuentes



Al igual que a los niños no le gustan que le mientan, a los mayores nos sucede algo similar. Me da una pena terrible ver la explanada de un destruido Simón Fuentes que albergó los sueños de miles de niños carboneros que pasaron por sus aulas. Que levante la mano a quien no le da cierto vértigo en el estómago cuando se acerca a las inmediaciones de este antiguo colegio. Casi al ser un edificio histórico por el significado que ha tenido para todos los carboneros, podría haberse denominado patrimonio de los carboneros, podrían haber tenido la delicadeza de haber realizado una consulta de qué se quiere albergar allí en un lugar en el que podrían instalar una estatua dedicada al maestro, ese persona que desde su mesa debe entusiasmar y motivar al alumno, todo lo contrario a lo que han hecho nuestros gobernantes aniquilando por completo todo el edificio.

Hay un lugar donde las etiquetas no existen, donde los niños y niñas son diferentes y se sienten diferentes, porque saben que es la mejor manera de aprender: mirando al otro, compartiendo lo que tienes y sintiéndote libre. La diversidad es un regalo. En ese lugar la palabra «inclusión» no existe, porque no es necesaria; no existe el término «discapacidad», porque todos son capaces. No existen paredes, no existen materias, no existe «no me lleves al cole».
_Tú te sorprendes con el comportamiento de estos niños de siete años. Yo también me sorprendo, pero lo que me sorprende aún más es que otros niños no crean en sus posibilidades. Les educan en el pensamiento único, pregunta-respuesta, y lo que se sale de ese marco no sirve.
_A veces venían cincuenta personas a pedir trabajo y les preguntábamos cómo eran de niños, y nos contaban unos currículums… Y Juan volvía a la pregunta: «¿Cómo eras de niño?».
_La burocracia está matando al pobre maestro, ¡pero si me está pasando a mí constantemente! Las necesidades del niño deberían ser lo primero, y lo que están consiguiendo es perjudicar a la infancia. Vienen aquí y me dicen: «Papeles, papeles, papeles». Y les contesto: «No. Te vas a sentar y vas a observar a los niños. Cuando estés un rato con ellos, entonces hablaremos».
Teresa, Directora de O Pelouro
(Fragmentos del libro Las escuelas que cambian el mundo).



1 comentario:

  1. colegios y aulas mas modernas,si prefieres que mis hijos sigan como hace 40 años ,pues nada colega a seguir "patrá".

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