Una de las concejalas que quizás haya podido realizar un trabajo más bonito en Carboneras ha sido Ana Mari. Quizás hasta la más resolutiva cuando le tocabas a su puerta pero está cansada y harta de tanta desidia y dejadez como cuando en las procesiones y en el recinto ferial asistía a una verdadera vergüenza, pero ella tiraba balones fuera en vez de poner orden en su concejalía. Es una de las grandes incógnitas de las próximas listas y tendrá que decantarse si al final deja el mundo de la política, ese que ha sido incapaz de domar y que en muchas ocasiones la ha puesto contra la espada y la pared porque está totalmente anclada entre personas que no entendían que el pueblo es lo primero. A veces en la política hay que ser valiente y levantar la mano cuando no estás de acuerdo con algunos de los movimientos, porque estás dentro de un plato que quizás no te guste pero se lo ha zampado entero, poniendo en jaque a la ciudadanía de Carboneras.
En la política no todo vale, y la honestidad y la humildad es la mejor marca para personas que quieren a su pueblo y que trabajan de manera honesta por un proyecto de futuro. Lo que no se puede permitir es que si no estás de acuerdo, no levantes la mano y que vean tus ideas, tu claridad o tu valentía por luchar por tu marca personal y no por un partido que hoy anda muy revuelto.
Ana Mari o se decantará entre Salvador, Felipe o su propia carrera profesional como maestra que seguro que le dará más satisfacciones que un mundo como el de la política que es tan bonito cuando realmente defiendes en lo que crees y no en los intereses de otros.
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