Sacarle al máximo aprovechamiento a las playas es uno de los
retos que persiguen hoy todos los destinos que apuestan por explotar todas las
aristas del turismo y dar un excelente servicio a toda la ciudadanía, tanto
local como visitantes que eligen Carboneras para olvidarse de la rutina.
El turismo sin emoción es como un beso casi sin pasión, se
acaba olvidando. Seis días, dos horas o incluso 10 minutos son suficientes para
vivir una experiencia que no se olvide fácilmente. La idea es no sólo que haya
elegido Carboneras, es que el turista viva y sienta Carboneras y participe de
su entorno.
Escuelas tradicionales de gastronomia, noches para descubrir
las estrellas, buceo, estar conectado a internet-wifi (para poder trabajar sentado en una hamaca o informar de un problema al Ayuntamiento o a los socorristas), cines de verano, visitar
el puerto pesquero, el laberinto, la
Cruz , conocer un barco de pesca, aprender inglés en plena
naturaleza, paseos por el Carboneras de cine, deporte…
El turismo experiencial no sólo es una tendencia del futuro.
También es la tendencia del presente. Las playas tienen vida, y hay que pensar
en integrar cultura y tradiciones de las gentes del lugar en el día a día del
viajero y combinarlas con las nuevas tecnologías.
Pero mientras que en verano el Ayuntamiento se acuerde de
las obras, como por ejemplo poner en marcha la nueva rotonda (cuando existe
vida más allá de octubre), haya grandes problemas de aparcamiento y con la
recogida de basuras, las arquetas de los alcantarillados o no presten interés a
otras infraestructuras necesarias… se pueden fastidiar los esfuerzos que se
realizan en los circuitos culturales y deportivos, el trabajo de Protección
Civil... El trabajo de competencias es horizontal y por mucho que el nuevo
concejal de Turismo le eche ganas, se deje la piel; si otras áreas no trabajan
a la par, el sol del turismo se eclipsa. El turismo es de todos.