Si tuviera una foto de todas las madres de todos los representantes en nuestro Ayuntamiento las pondría para que ustedes con estas instántaneas hicieran una comparación. La madre africana, la asiática, la londinense, la peruana, y la de todos nosotros, y la de todos los niños que aparecen en este árbol de Navidad del Colegio Público del Simón Fuentes tienen los mismos sentimientos, el mismo corazón, el mismo amor, la misma empatía, la misma carga de responsabilidad. Os lo aseguro de hombre a hombre, de mujer a mujer.
Lo digo por un asunto que ya trasciende el machismo de unas palabras desafortunadas de un alcalde que no está a la altura de las circunstancias, pero el termómetro sube de intensidad cuando ves a la teniente alcalde utilizar un lenguaje poco apropiado para una edil que nos representa en la casa de todos los carboneros y carboneras.
El revanchismo nunca fue la mejor opción para tapar una salida de tono de un alcalde, pero, a nadie se le escapa que Carboneras sufre una hérida grave de agresión personal contra todos los que pasan por los sillones del Consistorio. El ninguneo se está convirtiéndo en una réplica de odios, venganzas y promesas que rompen la estabilidad social de unos niños/as que maman en más de una casa esos tacos, esas palabras malsonantes, ese lenguaje "barriabajero y choni" que algunos sacan de su mejor armario y lucen palmito durante los plenos, actos del municipio y tertulias de bar.
El discurso armado y mala prensa utilizado por la concejala del GICAR el pasado pleno es un ejemplo más de lo que se vive en la política carbonera de don mengano y don fulano, de señoras o señoritas, de mendudis que pasean el nombre de Carboneras, en vez de saber aceptar un error, de ser ejemplo de honestidad, humildad, educación, pero no, si tú eres, yo más.
Lo repito y no me cansaré de repetir, los palmeros para el Rocio, las fiestas de jacuzzi y spa, de invitaciones gratis a costa de los carboneros, aquí no pasa nada, pero la educación a la altura del betún, y hacer daño, como en los toros hasta que saquen los palmeros que no quieren a Carboneras, el pañuelo del insulto y la agresión a la que nos tienen acostumbrados. Pero aquí no pasa nada, porque a nuestros hijos/as les estamos enseñando ese mismo lenguaje, esa misma víscera, esa misma artimaña de vale todo a costa del contrario, que también tiene su madre, su padre, su familia.
Paren ya por favor este espectáculo, y dedínquese a hacer política de verdad, de mirar por Carboneras, como hacen los hombres y mujeres que aman a su pueblo y se emocionan de ver a sus vecinos felices. Porque felices, felices no nos hacen. Menudo favor nos están haciendo con estos modales en los plenos. Apúntante una concejala, de mujer a mujer, de hombre a hombre, así no se le habla a una compañera de consistorio, a pesar de las palabras incomprensibles que llevabas escritas, por lo menos hubieras citado a Mandela, el hombre que supo perdonar y tratar a todos por igual a pesar de estar en una celda, un ícono de lucha contra el apartheid. ¿Quizás ni lo conozcas, pero ve su película y te darás cuenta como se gobierna de verdad?
«Siempre he atesorado el ideal de una sociedad libre y democrática en la que las personas puedan vivir juntas en armonía y con igualdad de oportunidades. Es un ideal para el que he vivido. Es un ideal por el que espero vivir, y si es necesario, es un ideal por el que estoy dispuesto a morir». Lo dijo en 1961 ante un tribunal que lo juzgaba por alta traición. Y fue 27 años a la cárcel por ello. Afortunadamente, no tuvo que morir por estas ideas.