martes, 14 de mayo de 2019

El silencio siempre cuesta caro: tanto PP, GICAR y Felipe ganan tiempo mientras Carboneras se juega su futuro




Así no vamos a ningún sitio. La presión vecinal a las puertas de las elecciones municipales puede ser más un síntoma de crispación que de salvar a Carboneras de una falta de política medioambiental que lleva años olvidada. Pero hay que unirse para salvar a nuestro pueblo de la verdadera debacle en la que 8 años de olvido y silencio nos han metido Felipe, Salvadores y Pascual. Ahora todo son lamentos y ahora a menos de que empiecen el traslado del mineral, llega el momento de revolucionar, de poner un pueblo en pie cuando hace 7 años dijeron que SI sin dobleces y con una gran cortina de humo para que los carboneros no se enteraran. Vino el presidente de Autoridad Portuaria y tampoco tuvieron el valor de decirles que no. Y ahora el sábado hay que decir no a tanta desigualdad. Carboneras necesita de un cambio urgente.


Gobernar con responsabilidad en tiempos electorales es ya un ejercicio de ciencia ficción para este equipo PP-GICAR en desintegración desde el primer día. Porque aunque siempre presumían de estar juntos, nunca compartieron esa Carboneras ideal que todos añoramos y queremos en pro de sus intereses particulares. 
Cuando se acerca el momento de depositar el voto,  todos los colectivos hacen un ejercicio en favor de la neutralidad, de una flema apolítica. Ahora toca más unión que nunca, porque el silencio nos cuesta a Carboneras siempre caro.
Muchos optan por regalar el oído y el bolsillo del votante de un modo descaradamente demagógico. Un método antiguo que todos siempre utilizan: proponer medidas de intenso tufo electoralista.

Hay varias zafías: El centro de día, la política medioambiental, llenar la piscina de agua y poner todas las infraestructuras del pabellón a disposición de los deportistas, llenar el pueblo de zanjas, poner vídeos falsos de ensueños electorales que no han cumplido o que lo heredaron...
Son ejemplos del trilerismo del Ayuntamiento. Felipe a la suya, Salvador a la otra, desde la otra punta reorganizando a sus colaboradores y afines; y Salvador y Pascual ni se les escucha y silencian el desastre que han ocasionado (Los Muertos, el Corral, Popeye, cero política medioambiental... y así hasta el infinito).

A todo gobernante decente, le guía el servicio a la ciudadanía, al interés común. Y ese no consiste en abrir el grifo y tirar de la cisterna para olvidar y destrozar lo que dejaron.Si se trabaja por le interés del pueblo, ellos y todos, ganan.