Bruselas prepara para el próximo mes una nueva bomba de relojería para la economía doméstica de Carboneras. Se trata de las nuevas cuotas o restricciones a la pesca del pez espada, una especie que, hasta ahora, contaba con tres meses de veda en el Mediterráneo y que esta temporada estará también limitada a unas capturas de 10.500 toneladas.
Ningún otro puerto español sufrirá esta nueva normativa como este municipio del Levante almeriense, donde la tradición palangrera no tiene parangón en ninguna otra rada peninsular.
Desde la Cofradía de Pescadores, su secretario, Simón Pérez, expresa “cada temporada nos arrinconan más, cada año que pasa nos hacen más difícil mantener nuestra flota, a pesar de que actuamos con la mayor transparencia”. Tras los recortes en la pesquería del atún, el ICCAT, el organismo internacional con mando en plaza en la gestión de la pesca marrajera, ha impuesto también esta ley para el pez espada, también conocido como emperador o aguja, según publica La Voz de Almería.
El más castigado, como siempre, el marinero y este sí que está en peligro de extinción. Después de una vida de lucha, de trabajo incansable, de jugarse la vida en el mar, de no ver a sus hijos ni a su mujer, y de hacer de esta profesión su forma de vida, hoy miran al futuro con más desesperanza que sus padres.
El medio de vida de miles de familias no debe ser un negocio. Es una gran riqueza que defendieron nuestros abuelos, padres y que ahora se me saltan las lágrimas de que pueda desaparecer.
La clase política debe pasar un buen tiempo en el mar con olas de unos cuantos metros. Más de uno, no volvía a dictaminar nada tan injusto como estas normativas.
