Lo publica hoy La Vanguardia, y es muy interesante. Lo escribe Clara Fajardo:
Entre el misterio y la tradición, en un fin de semana en el que el romanticismo de San Valentín parece imponerse comercialmente, el escritor almeriense Alberto Cerezuela rescata en su obra Enigmas y Leyendas de Almería una de las historias que despierta mayor curiosidad en Andalucía Oriental: los posibles restos del mártir, sacrificado por defender a los enamorados cristianos, podrían reposar en la Catedral de la ciudad.
Datos históricos
Alberto Cerezuela explica que en su investigación sobre “el santo del amor” de Almería descubrió que en 1965 el archivero de la Catedral recopiló varios documentos de 1789 en los que constaban una donación de un vecino de la urbe de un cuerpo envuelto en una sábana. Al parecer, este vecino era muy beato y visitaba con frecuencia las catacumbas romanas.
En el registro de aquel obsequio a la ciudad de Almería constaba como nombre Valentinus y de ahí que naciera el gran deseo de que se tratara del mismísimo cupido religioso el que yaciera por estas latitudes.
El archivero, entusiasmado de haber sido el testimonio de tal revelación, aunque sin haber hallado el cuerpo del supuesto San Valentín, decide fabricar su propia imagen con un muñeco de trapo. Así, los 14 de febrero de los años 1966, 1967 y 1968 la Catedral le rindió pleitesía al santo en torno a las joyas y al vasito de sangre que se licuaba en cada onomástica, acompañando al peculiar diseño.
El escritor y licenciado en Historia Alberto Cerezuela resalta el hecho de que jamás se encontró cuerpo ninguno en la Catedral. Las hipótesis de esta desaparición sostienen que los restos podrían haber sido robados durante la Guerra Civil o estar enterrados aún bajo el claustro de la Catedral. Ningún indicio corroborado. Por ahora.
Además, Valentinus era un nombre muy común en la época de los sacrificados por Roma, con lo que ni siquiera el nombre sería concluyente.
Una prohibición que disparó el culto
En 1969 el Vaticano prohibió la festividad de San Valentín por proceder de celebraciones paganas, con lo que el ritual recién estrenado en Almería tuvo que cancelarse. Sin embargo, a pesar de que la Iglesia ya no le abriera las puertas, el revuelo social fue tal que el mito y la tradición quedó arraigado en la ciudad. El mosaico de la plaza Campoamor de Almería así lo demuestra y, sin ser il Ponte Vecchio de Florencia, las rejas que lo rodean están llenas de candados de parejasque siguen pidiendo a su santo, en versión almeriense, larga vida a su amor.
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