Los europarlamentarios y los políticos de nuestro país se tendrían que poner un mes las botas de agua y embarcarse en algunos de los marrajeros que hay en España, y en concreto, en Carboneras. Tendrían que sentir lo que lloran nuestros pescadores cuando tienen que pasar horas y semanas sin acariciar a sus hijos, ni besar y abrazar a sus mujeres, para traer el turno que permita a la familia comer. Y de eso nuestros pescadores, nuestros carboneros de la mar saben mucho. Un día en el puerto hablaba con unos chavales, que podrían ser mis hijos, que se habían alistado a la marrajera, y me mostraban su preocupación por lo que hoy denuncian: las cuotas son muy insuficientes y sobre todo, en época de bonanzas que se ven abocados a casi dejar de tirar anzuelos para que ese manjar que se cotiza a un precio alto, como es el atún rojo, no se enganche y luego tengan que ser tirados en alta mar. Pena no, lo siguiente.
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