Pascual guarda silencio. A Solari le han sacado la tarjeta roja. Florentino le cortó la cabeza y ha devuelto al Bernabéu al maestro Zidane. Me huelo que Pascual no atraviesa su mejor momento, son demasiadas camas que le han hecho y demasiadas veces que lo han mandado a callar cuando en alguna ocasión decidió tirar de la manta y reventar las presiones y las maneras de hacer política de sus amigos de GICAR, Salvador y Felipe. Ya no quiero hablar de su portavoz, quien lo ha dejado en alguna ocasión en evidencia, pero Pascual optaba por hacer sonar su autobombo para recocijo de sus amigos narcisistas que lo aplauden por las meteduras de pata que ha logrado hacer esta legislatura.
Sinceramente: como diría el cortador de césped: ¡qué malo es el ingeniero! que logra hacer política de barra. Durante estos años, Pascual ha desperdiciado mil millones de oportunidades de contar la verdad, y cada vez que se atrevió a hacerlo lo mandaron a callar los jeques que un día lo convencieron para que firmase un pacto por encima de ese corazón de carbonero que tiene.
Me temo que Pascual puede acabar como un equipo menor durante las próximas elecciones, porque está extenuado con el excesivo ritmo de un GICAR-PP que se desmonta y él calla.
Su silencio llama la atención. Y mira que nos hemos divertido esta legislatura. Entraba a cualquier trapo pero creo que está en baja forma.
Me parece ridículo que Salvador, su portavoz, le haya robado la cartera de Los Muertos. Ni ha aparecido por una foto. Él que cuando tenía un "oasis" salía a todo tren, que incluso cedió su primer sueldo para los más desfavorecidos. Nunca más lo hizo. Y lo peor que ni se sabe nada del Plan de Playas que le ha solicitado la asociación de hosteleros y comerciantes. Convencidos estamos que Felipe también le robara un protagonismo en la recta final. En el minuto 93, está perdiendo el partido. Y lo peor que será recordado como el concejal de Popeye, que confundió a un sicario con un actor.
Pascual no puede con las botas, porque lo han dejado siempre sin posibilidad de gol, a pierna cambiada. Él ha tragado y su ceguera ha sido tan grande que sólo se dedicó a decir clan al PSOE cuando estaba revuelto entre facturas de sus socios de Gobierno. Y no ha tenido los santos pantalones de levantar la mano, aunque en barra, dice todo lo que no es capaz de levantar con la mano en el sillón de los carboneros. Un actor secundario para una política que deja mucho que desear porque no será recordado por transparente ni por gritón, sino por seguidor y fans de sus socios de Gobierno a pesar de que su corazón no comulgue con lo que ha visto.
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