El próximo concejal que representará a todos los carboneros será Andrés Belmonte. Un chiquillo que se crió entre salitre y en el roalaje, que conoce lo que es trabajar duro y no descansar, pasar horas de sueño, como lo hacen muchos de los carboneros del sector pesquero y otros sectores tan importantes como el transporte.
Vuelve un hombre de la mar a ocupar un sillón en el Ayuntamiento de Carboneras con las huellas de saber que es un golpe de ese azul que les apasiona, la oscuridad de la noche, las horas sin pausa.
Antes estuvieron otros con una trayectoria intachable como Antonio "El Camacho", Frasquito "El Pastor" o Nicolás, el hijo de José de Nicolás. A estos hombres les une dos H y una T gigante y varias redes que atrapan su corazón. Dos H, de humildes y humanos. Conocen el gran valor del sacrificio, la perseverancia, la arruga profunda en la piel a base de duras y penetrantes gotas de salitre y reconocen al que está a su lado, al que le tiende la mano, al que le ayuda, al que sufre con ellos... La T de tesón, de noches sin tregua, de trabajadores incombustibles.
Las redes por el amor a su profesión, al Mediterráneo y al Atlántico, desde Canarias a Palamós, desde Valencia hasta Baleares e Italia, y la admiración, el culto, la devoción y el fervor a su familia, San Antonio y su Virgen del Carmen.
Los tres primeros conocen cuanto se sufrió para colocar al sector pesquero al lado de su sueño, de entregarles lo que más preciaban, su Puerto Pesquero, para que pudieran dejar su barco al lado de su casa, junto a su familia. Los tres trabajaron en defensa de diferentes sectores básicos de Carboneras, entre ellos, el pesquero, que hoy atraviesa momentos delicados y que necesitará de un buen apoyo y ánimo.
Andrés era más pequeño, pero su padre, sus tíos, sus abuelos se lo inculcaron. Dentro de unos días, cogerá el relevo de un hombre sencillo y añorado como es Francisco Belmonte (DEP y estará muy orgulloso de su compañero allá donde se encuentre) con un sentido de la entrega indescriptible y un saber estar al alcance de aquellos que ponen a las personas por delante de sus intereses personales.
A Andrés le tocará defender ese noble patrimonio de un oficio de corazón humilde y que hoy representa en Carboneras alrededor del 25 por ciento de sus ingresos y casi 500 familias que viven directa o indirectamente del mar.
Por todos los hombres y mujeres de la mar, y de Carboneras.
Tanto Antonio "El Camacho", Frasquito "El Pastor", Nicolás, el hijo de José de Nicolás, y Andrés Belmonte supieron explicar eso que tan difícil les cuesta entender a las Administraciones que el pescador convierte su profesión en su modo de vida, con su traje de noche y de día, arropado por botas de agua, y un corazón de hierro, donde se enfrentan todos los días a esas olas del mar que les da una gran lección lejos de números y de ciencia, y mucho menos de grandes industrias e intereses partidistas. Ellos son abanderados de su trabajo y sólo entienden de la mar.
Tanto Vicentico, como Juan Belmonte, Enrique, Bernardino, Pedro, Lorenzo, Antonio Jesús, Fina, Cristina y un largo etcétera de nombres con apodos que destilan por los cuatro costados redes, anzuelos, carnada, costo, horas sin familia saben lo que es criarse entre el chinorro y el olor al pescado y saben reconocer el esfuerzo que supone para Andrés este reto.
Todos cuando llevan una temporada en tierra, echan de menos ese tambaleo y cuna de ese mar que tanto les maltratan y tantas amistades y lazos familiares unió.
He visto revolotear, de nuevo, las golondrinas sobre tu balcón. El nido, que parecía perenne, lo malograron unos chiquillos, de los que comienzan a volar. Las “marquesas”, ya empezaron a pasear y los maridos, en sus veleros a navegar.
Los críos, que ayer jugaban en el parque, hoy se ven ya tontear.
Palometicas y boqueroncico, hacen la orilla brillar.
Las gaviotas no paran de graznar. Las noches son eternas; las sabanas sobran ya. Tardes de cielos tranquilos; el corazón, un puro palpitar. El cine ya ha puesto sus carteles; alguna romántica darán.
Los críos, que ayer jugaban en el parque, hoy se ven ya tontear.
Palometicas y boqueroncico, hacen la orilla brillar.
Las gaviotas no paran de graznar. Las noches son eternas; las sabanas sobran ya. Tardes de cielos tranquilos; el corazón, un puro palpitar. El cine ya ha puesto sus carteles; alguna romántica darán.
Todo son señales... mensajes de un verano a punto de empezar.
Reencuentros alegres, brindis en jarras heladas.
Chiringuitos que no cierran, cafés que apetecen alargar.
Despertar de lo sencillo; ropa blanca.
En los ojos un nuevo brillar.
Tierno beso bajo el pinar. Corazones a explotar.
Pasión a flor de piel.
Huellas que borra el mar.
Arena en los bolsillos. Libertad…
Veranos de nunca olvidar. De ir de acá para allá. De bailar, nadar y soñar. De saborear momentos, sabiendo que tienen final. De personas que conociste y que sabes, jamás volverán. De, ya sé que te tengo que olvidar. De, aún así, difícil de soportar. (Autor: Pedro Aguado Flores)
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