Todo el pregón de Pepe Carmona fue una explosión de amor por sus raíces, por la cultura popular de su pueblo, por el misterio de la Semana Santa que cada año en Carboneras crece y construye momentos inolvidables.
Nuestro pregonero de este año es carbonero de la C a la O, destila salitre por los cuatro costado y convierte música la anécdotas y las ausencia, aquellos esquinas de la infancia y de ser persona en un pueblo especial.
Sus palabras poliédricas retumbaban con coraje, valentía y mucho pulso desde el corazón, en la Casa de la Música, que se volcó con su amigo Pepe en familia musical y junto a los organizadores de la Semana Santa carbonera que no dejaron al aire ni un solo detalle.
Sus palabras se inspiraban en verso y en letras musicales al estilo de los grandes para cumplir y dar vida a un sueño, a su sueño, ser pregonero de su pueblo.
Desde el principio hasta al final, fue un homenaje a sus padres, a sus abuelos, y a quienes le enseñaron la vida y la Semana Santa. Un pregón que terminó con un último campanazo de un canción, inspirada en una hermosa historia de amor por sus gentes.
A la guitarra, Antonio, envuelto con marchas musicales de sus amigos de la Banda de Música de Carboneras, Pepe se engrandecía y seguía cantando, seguía soñando y seguía viviendo con sus palabras y hechos.
Pepe, llegó y se emocionó y dejo salir lo que lleva dentro, en su interior, un verdadero rito de proclamar lo que ama, lo que palpan los que le conocen y contagiar; contágiarnos de esa fe que hace caminar, y con la que a todos nos cautivó.