Si confieso que era un ingenuo, hasta soñador. Me creí que nuevos tiempos de política tocaban a la puerta. La aparición de Podemos, Ciudadanos, Somos, Manuelas Carmenas, Adas Colaus… hartos de la política por mendicidad, corrupción, y aprovechamientos con guante blanco podrían también surtir efecto en Carboneras. Apoyos puntuales de PP-PSOE, era algo histórico, inaudito, y por fin hubiera puesto coto a la política de la amenaza, el insulto del que tanto estamos acostumbrados en nuestro pueblo. Era el gesto de por fin se acabaron las guerras intestinales y todos con el pueblo, esa mujer que merece el respeto y el cariño de todo el mundo. En Alemania, ya se dieron cinscunstancias para que dos grandes partidos se pusieran de acuerdo para sacar al país adelante.
Era mucho pedir en Carboneras, porque allí somos diferentes, porque somos genuinos y estamos esclavos de los deseos de sótano de unos pocos, AC, AC, SA, JMF, PJ…(Salgan a la calle Sorbas y empiecen a descifrar este crucigrama, es fácil) Si en la vida, las tonterías se pagan, en política más.
Me limito a ser alguien coherente conmigo mismo, y responsable con mi tiempo y la gente a la que quiero. Era pedir demasiado. Al final el PP de Salvador Alarcón y Pascual Díaz serán la "comparsa del Ariel" de la que ellos renegaban, les tocará teatralizar y lavar camisas para que den buena imagen de un pacto inmaculado (que ya nace con muchas taras y asuntos pendientes, aunque con algo en común, a los socialistas ni agua, que suden la camiseta en el banquillo) y pobre de expectativas (sin hacienda y sin personal) hasta para los propios de su partido.
Y lamento una Carboneras sin perspectiva, que confunde la actitud crítica con la desafección (falta de afecto y mala voluntad), que se refugia en la inmediatez para menospreciar conductas y actuaciones que difícilmente podrían estrechar con el ancho de su abrazo.
Ahora llegan tiempos de grabadoras. De cámaras. De wastsapp. De facebook. Olvidándose lo que verdaderamente importa, Carboneras.
Voy a poner el cronómetro en marcha. Pido sólo un favor, que seamos capaces de valorar con especial respeto para los que se parten la cara por luchar contra la intransigencia y la oscuridad, cuando la visibilidad se paga con la exclusión.
Concluyo: el pacto es una empresa. Confío en que patrocinen algunas obras de las tan necesitadas en Carboneras y creen puestos de trabajo y un pueblo próspero, que es también parte de la responsabilidad social que tiene el empresario cara a la sociedad.
No voy a votar cada cuatro años para que me gobierne una empresa y sus consejeros. No quiero que el alcalde de mi pueblo me amenace con enviarme al paro si no acepto sus condiciones. No me gusta que un concejal legisle que hay que pagarme tanto euros por guardar votos de castidad. No quiero que los beneficios de mi empresa solo se repartan entre los consejeros y no entre todos los ciudadanos. No me interesa que el Ayuntamiento de mi pueblo solo actúe por principios de rentabilidad para los suyos. Creo que puedo afirmar, sin temor a equivocarme, que no quiero que me gobierne una empresa. Quizás me pasé de ingenuo. Pensaba que podría ser. Porque en mi casa siempre me dicen que de bien nacido es ser agradecido. Pero no. También se pasaron de ingenuos los que han colocado la foto del alcalde, de nada más y menos que un prologo del libro de la fiesta, bebiéndose una Coca Cola, creo que hasta cero, ¿a quién va a engañar?. Pero soy muy mal pensado. Viva San Antonio de Padua, y disfruten de las fiestas, que la verdadera empieza a partir del día 13 en Los Barquicos.
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