No ha sonreído, y su voz bajo de tono de descalificación y mira por donde no recordó ni a la madre que parió a José Luis ni al chacho que estuvo casi 30 años en el Ayuntamiento.
Tampoco se mostró pletórico, el único que sonreía en la bancada era un Juan Pedro que pasaba por aquí y se encontró en el Ayuntamiento. Su cara desprende ilusión. Ojalá el chaval pueda cumplir el sueño de sus proyectos para un pueblo que quiere.
Es muy curioso que el momento del abrazo del líder del Partido Popular con el nuevo alcalde.
Una buena respuesta de Salvador Alarcón y las sonrisas emocionales de Pascual que comulgan a pie juntillas con este equipo de Gobierno y con el nuevo alcalde.
También hay que estar atentos durante su discurso al foco de obstáculo responsable de sus fracasos. Quizás un Felipe que por su gestos estuviera más impaciente por llegar a un entendimiento con la oposición por la cola de denuncias impuestas en Fiscalía.
Son términos de alto impacto emocional que a Felipe aún le crean severidad en el rostro, al menos le generan preocupación.
Le queda mucho trabajo por hacer por Carboneras y por él.
También se echa en falta fotos de toda la corporación municipal conjunta. Y en esta ocasión no ha habido foto, ni tan siquiera saludos ni felicitaciones.
Ni fotos de la bancada socialista, con un José Luis, cada vez, más sereno, más paciente, más maduro, y entero, más linchado también en las redes sociales, más insultado, pero que lo ha padecido desde pequeño cuando ha visto como muchos de los que hoy se rasgan las vestiduras con las palabras de consenso y diálogo "maltrataba" verbalmente y con algunas acciones a su familia.
Ni un comentario más.
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